¿Puede el desorden de datos ser peor que la corrupción?

Durante la crisis de la influenza en 2009 y trabajando dentro del sector público, los especialistas de Pondera descubrieron que las buenas intenciones y la voluntad política pueden materializarse con datos e inteligencia artificial mediante lo que llamaron OTD® – Optimización a través de datos.

Así, Pondera desarrolló y perfeccionó un algoritmo de detección de anomalías que pudiera, en la práctica, ayudar a la administración y distribución de medicamentos: Tigre Blanco®.

La herramienta brinda la posibilidad de tener análisis semiautomatizados que, en tiempo real, indican qué medicamentos hacen falta, cuáles están por expirar, cuáles se recetan en exceso y los de mayor demanda, qué clínicas tienen mayor afluencia, qué médicos son más productivos y quiénes trabajaban en exceso por errores administrativos de asignación de centro de trabajo o por malas prácticas.

El algoritmo corrió con bases de datos robustas en 2018 y 2019 (protegidas por acuerdos de confidencialidad) y, además de la información anterior, los resultados también mostraron las barreras al tratar de eficientizar un proceso tan complejo como la compra y distribución de medicamentos.

La más importante a enfrentar fue la ausencia de gobernanza de los datos -lo cual sucede en la mayoría de las dependencias gubernamentales y empresas privadas- y que es pilar de todo ecosistema dentro de una institución que busca convertirlos en inteligencia.

En la Administración Pública, muchas dependencias de los gobiernos subnacionales (al menos en México) laboran bajo manuales de operación y procedimientos que no han sido renovados en años, los cuales carecen de indicaciones sobre quién se encarga de los datos que se recopilan y bajo qué normas de seguridad y privacidad.

  • Cada área administrativa va formando sus propias matrices de información.
  • Comparten con quien lo va necesitando vía mail o USB.
  • Los datos de las diversas áreas no se comunican entre sí, ni en tiempo real.

Otro problema también encontrado en posteriores oportunidades de análisis es que las compras de medicamentos no se hacen con base en inventarios eficientes, lo cual es lógico ante la ausencia de gobernanza de datos y su reglamentación al interior de las dependencias; sin embargo, esta información sí la tienen los proveedores.

Si cada entidad armara un inventario confiable, sincronizado con su sistema de administración hospitalaria, que comunicara a partir de un proceso perfectamente delimitado por manuales y reglamentos de organización y procedimientos, los encargados de las compras gubernamentales serían meros ejecutores del gasto y no tomadores de decisiones. Para lo anterior se requiere disponer y utilizar de manera correcta la tecnología y los datos con los que cuenta.

La situación se agrava cuando los tomadores de decisiones del sector público necesitan compras urgentes, extraordinarias o por desabasto. Así el algoritmo Tigre Blanco® detectó que, medicamentos con precios accesibles en el mercado, en una compra pública de emergencia suben su valor de manera exponencial. Por ejemplo, la lidocaína solución inyectable con un precio mínimo de mercado en 2019 de $69.6, en una adquisición estatal en junio de ese año llegó a $202.5

La brecha entre la tecnología disponible y las prácticas de gestión pública se puede cerrar para mejorar los servicios y reducir los costos si se enfocan en tareas que a largo plazo serán las bases de una verdadera reforma en la adquisición y distribución de medicamentos en el sector público nacional, a nivel estatal o municipal. Ese logro sí modificará de manera sustantiva la calidad de vida de millones de ciudadanos que hoy tienen un servicio de salud gratuito, pero deficiente.

Ver artículo completo en https://medium.com/@ponderalab/

Maritha Amescua Administradora General – Socia Talento

Vianey Martínez Analista

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